miércoles, 22 de octubre de 2014

NADA ES PERMANENTE


NADA ES PERMANENTE

Saber que nada es permanente es adquirir el conocimiento del potencial con que aparecemos en la vida. Toda vida tiene un tiempo, todo hecho tiene un plazo, ese concepto es lo realmente importante.

La vida del ser humano es como un reloj de arena, poco a poco van cayendo los granos. Respiramos una y otra vez hasta que el ultimo aliento (grano del reloj imaginario), cae y dejamos de experimentar todas y cada una de las situaciones y emociones con las que hemos convivido hasta ahora. Sí, sabemos que vamos a morir, pero el cuando y como ¡no!. Imaginemos el reloj de arena, quizá tomemos conciencia del tiempo que resta hasta la consumación del mismo.
En nuestra vida diaria, los buenos y los malos momentos vienen y van. El niño nace, crece y los adultos envejecen. La vida se compone de infinitos ciclos, momentos y situaciones.
Todo tiene un comienzo, un centro y un final, cada comienzo contiene su propio fin y cada fin encierra la propuesta de un nuevo comienzo. El día a día, amanece, atardece y anochece.
Nada permanece tal como es ahora: el presente no vuelve. Parte del arte que es vivir, es, poder comenzar bien cada momento, cada día, centrar la atención en cada uno de esos momentos, soltarse y aceptarlos amablemente para luego, despedirse de ellos dando a cada instante sus propios valores y la importancia que merecen.
Si un día no concluye adecuadamente, si no hemos comprendido cada situación vivida, una emoción no comprendida o un sentimiento que no hemos sabido sentir, se proyectarán como elementos no procesados al día siguiente; cualquiera que sea su forma, cada momento del día no resuelto nos acompañará como un equipaje molesto, una mochila pesada. Interferirá además como efecto, en la actitud y comportamiento en las siguientes vivencias cotidianas, y o futuras.
El malestar y la frustración de hoy obedece siempre a causas que ocurrieron en el pasado no aceptadas y mucho menos comprendidas. Si tampoco cuestionamos el porqué de esa malestar o frustración, ello se convierte en otro resto de experiencia antigua no superada, apilándose como carga o basura en una esquina de nuestro SER.
Si experimentamos la transición de un día al otro con conciencia, habiendo concluido el anterior adecuadamente, podemos comenzar el nuevo día con una mente más ligera y abierta.
Al finalizar el día o una parte de él, podemos pasar revista a lo que va aconteciendo: emociones intensas, logros, errores cometidos y remordimientos. Aceptamos lo ocurrido y luego, lo dejamos ir, "OCUPARSE NO PREOCUPARSE", así la transición al día siguiente es más fácil.
Morir cada día para de nuevo renacer. Los granos del reloj de arena que es La Vida, deben tener el peso justo y la medida exacta para que la caída sea la adecuada. Ni deprisa ni despacio, ni pesados ni en exceso ligeros. La justa medida.
La carga excesiva de situaciones no resueltas y por ello ni aceptadas ni comprendidas, hace que se consuman los días con la pena de no saber que somos un momento y tenemos un tiempo. El conocimiento consciente de ese saber que tenemos un tiempo (El reloj de arena), hasta la muerte, sería una nueva experiencia de Vida.
La no permanencia en este plano de Vida, no es un simple concepto, sino una experiencia vital, un aprendizaje y un disfrute de cada momento, por el que pasamos día a día.
Con ese concepto adquirido y la práctica, con la mente y el corazón puestos en la no permanencia, en la muerte y el renacer de cada día, nos moveremos con el cambio en lugar de resistirlo. La no permanencia, deja de ser una amenaza para convertirse en algo natural, en una cualidad cambiante y una puerta abierta al conocimiento.
Comprender y aceptar la no permanencia, es imaginar que el comienzo de la vida es como ir a descansar cada noche, donde comienza un ciclo natural, desconectamos, un proceso que podríamos definir como muerte y en la mañana volvemos a conectar, un nuevo renacer.
Si aceptamos la no permanencia del hombre en este plano, y la muerte como final de un ciclo a nivel personal, aceptaremos los ciclos de quienes nos rodean. Las cargas que hay quien lleva por duelos, dejaran de ser cargas para comprender que son procesos naturales. La no permanencia. Los tiempos de cada cual como aprendizaje son exclusivos e individuales y la aceptación de los mismos nos lleva al disfrute de cada día.
Con cada inspiración llenamos de vida a la Vida y con cada exhalación nos acercamos a la muerte, llenándola igualmente de experiencias y conocimiento. Nada pesa sobre la conciencia, la pena no nos consume, la muerte es un renacimiento, es un cambio de conciencia. Es una vibración diferente, que solo en los sueños a veces podemos vislumbrar.
Comprender la NO PERMANENCIA, es aceptar la Vida como un Regalo, y la Muerte como Fin y recompensa a la labor bien hecha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario