NADA
ES PERMANENTE
Saber
que
nada es permanente es adquirir el conocimiento del potencial con que
aparecemos en la vida. Toda vida tiene un tiempo, todo hecho tiene un
plazo, ese concepto es lo realmente importante.
La
vida del ser humano es como un reloj de arena, poco a poco van
cayendo los granos. Respiramos una y otra vez hasta que el ultimo
aliento (grano del reloj imaginario), cae y dejamos de experimentar
todas y cada una de las situaciones y emociones con las que hemos
convivido hasta ahora. Sí, sabemos que vamos a morir, pero el cuando
y como ¡no!. Imaginemos el reloj de arena, quizá tomemos conciencia
del tiempo que resta hasta la consumación del mismo.
En
nuestra vida diaria, los buenos y los malos momentos vienen y van. El
niño nace, crece y los adultos envejecen. La vida se compone de
infinitos ciclos, momentos y situaciones.
Todo
tiene un comienzo, un centro y un final, cada comienzo contiene su
propio fin y cada fin encierra la propuesta de un nuevo comienzo. El
día a día, amanece, atardece y anochece.
Nada
permanece tal como es ahora: el presente no vuelve. Parte del arte
que es vivir, es, poder comenzar bien cada momento, cada día,
centrar la atención en cada uno de esos momentos, soltarse y
aceptarlos amablemente para luego, despedirse de ellos dando a cada
instante sus propios valores y la importancia que merecen.
Si un
día no concluye adecuadamente, si no hemos comprendido cada
situación vivida, una emoción no comprendida o un sentimiento que
no hemos sabido sentir, se proyectarán como elementos no
procesados al día siguiente; cualquiera que sea su forma, cada
momento del día no resuelto nos acompañará como un equipaje
molesto, una mochila pesada. Interferirá además como efecto, en la
actitud y comportamiento en las siguientes vivencias cotidianas, y o
futuras.
El
malestar y la frustración de hoy obedece siempre a causas que
ocurrieron en el pasado no aceptadas y mucho menos comprendidas. Si
tampoco cuestionamos el porqué de esa malestar o frustración, ello
se convierte en otro resto de experiencia antigua no superada,
apilándose como carga o basura en una esquina de nuestro SER.
Si
experimentamos la transición de un día al otro con conciencia,
habiendo concluido el anterior adecuadamente, podemos comenzar el
nuevo día con una mente más ligera y abierta.
Al
finalizar el día o una parte de él, podemos pasar revista a lo que
va aconteciendo: emociones intensas, logros, errores cometidos y
remordimientos. Aceptamos lo ocurrido y luego, lo dejamos ir, "OCUPARSE NO PREOCUPARSE", así la transición al día siguiente es más
fácil.
Morir
cada día para de nuevo renacer. Los granos del reloj de arena que es
La Vida, deben tener el peso justo y la medida exacta para que la caída sea la adecuada. Ni deprisa ni despacio, ni pesados ni en
exceso ligeros. La justa medida.
La
carga excesiva de situaciones no resueltas y por ello ni aceptadas ni
comprendidas, hace que se consuman los días con la pena de no saber
que somos un momento y tenemos un tiempo. El conocimiento consciente
de ese saber que tenemos un tiempo (El reloj de arena), hasta la
muerte, sería una nueva experiencia de Vida.
La no
permanencia en este plano de Vida, no es un simple concepto, sino una
experiencia vital, un aprendizaje y un disfrute de cada momento, por
el que pasamos día a día.
Con
ese concepto adquirido y la práctica, con la mente y el corazón
puestos en la no permanencia, en la muerte y el renacer de cada día,
nos moveremos con el cambio en lugar de resistirlo. La no
permanencia, deja de ser una amenaza para convertirse en algo
natural, en una cualidad cambiante y una puerta abierta al
conocimiento.
Comprender
y aceptar la no permanencia, es imaginar que el comienzo de la vida
es como ir a descansar cada noche, donde comienza un ciclo natural,
desconectamos, un proceso que podríamos definir como muerte y en la
mañana volvemos a conectar, un nuevo renacer.
Si
aceptamos la no permanencia del hombre en este plano, y la muerte
como final de un ciclo a nivel personal, aceptaremos los ciclos de
quienes nos rodean. Las cargas que hay quien lleva por duelos,
dejaran de ser cargas para comprender que son procesos naturales. La
no permanencia. Los tiempos de cada cual como aprendizaje son
exclusivos e individuales y la aceptación de los mismos nos lleva al
disfrute de cada día.
Con
cada inspiración llenamos de vida a la Vida y con cada exhalación
nos acercamos a la muerte, llenándola igualmente de experiencias y
conocimiento. Nada pesa sobre la conciencia, la pena no nos consume,
la muerte es un renacimiento, es un cambio de conciencia. Es una
vibración diferente, que solo en los sueños a veces podemos
vislumbrar.
Comprender
la NO PERMANENCIA, es aceptar la Vida como un Regalo, y la Muerte
como Fin y recompensa a la labor bien hecha.