El Camino del Desarrollo Espiritual
Antes
de comenzar cualquier cosa y sobre todo caminar hacia algo, debemos conocer que
es lo que buscamos. Para ello si queremos adentrarnos en un camino espiritual,
tendremos que conocer lo que significa la espiritualidad. Por tanto definamos
que es.
La
espiritualidad se entiende a partir de la oposición entre la materia (cuerpo) y
el espíritu (alma).
Por
tanto podemos relacionar la espiritualidad con la búsqueda del sentido de la vida que trasciende
lo mundano.
En concreto,
se considera que ese camino es una manera de adquirir nuevos valores y de
mejorar a nivel personal en aspectos tales como el silencio, el ser más
reflexivo, el aprender a vivir con lo
que tenemos. La sociabilidad o la necesidad de escuchar y de ayudar al prójimo,
sabiendo que no podemos vivir solo pensando en las necesidades físicas y
materiales.
Empezamos el camino
espiritual “aspirando” hacia
una transformación instantánea de toda situación por la que estamos pasando en
la vida. Ahora bien la mayor parte de las personas olvidan o más bien
desconocen, que entre el principio y el final de ese camino, están un sinfín de
pasos intermedios o trabajos a realizar.
Ese proceso continuo de
auto-examinación que es el “Camino Espiritual” seduce sobremanera a algunas
personas, así como a otras las decepciona cuando no logran esa paz interior o
sabiduría, después de leer libros o realizar un taller de fin de semana, para
el despertar espiritual o desarrollo
personal.
Tanto el despertar
espiritual como el desarrollo personal, requiere “Paciencia”, “Duro Trabajo” y
“Disciplina”.
Es una tentación andar de sitio en
sitio, de escuela en escuela, de grupo en grupo, buscando experiencias fuertes y
¡si son gratuitas mejor!, sin establecer un compromiso de auto-investigación y
práctica profunda en una disciplina concreta, con la intención de hacer.
Querer hacer y liberarse del
sufrimiento, es lo que da la motivación
en la búsqueda de la iluminación. No solo hacer sino “querer” hacer, conlleva
disciplina y trabajo continuo.
La
espiritualidad del siglo XXI es acusada a menudo de vender respuestas
superficiales y brillantes a complejidades y momentos dolorosos de la vida.
Cuando se te dice que el pensamiento positivo siempre te protege de todo
peligro, del sufrimiento o de los fracasos, están ofreciéndote promesas
superficiales. Así como un sinfín de talleres gratuitos de meditaciones
ofreciéndote con ellas un bienestar y conocimiento, igualmente promesas
superficiales. De todo esto viene y con razón las acusaciones que se profieren
a modo de insulto.
También usarlo como hobby o como un
entretenimiento placentero o intelectual, con escasa implicación personal, no
es fácil que se dé la transformación personal profunda y mucho menos el
desarrollo espiritual.
Te equivocas, si no hay una base profunda de querer adquirir
conocimiento, la sola búsqueda superficial de nuevas experiencias, no te acerca
más al camino espiritual sino que te aleja de él.
Lo
que normalmente conduce a la gente al camino espiritual, suele ser una tragedia
personal, la muerte de un ser querido, una pérdida importante o cualquier cosa
que resulte tan dolorosa que acaba traspasando la barrera del dolor y
conectando con algo más profundo.
Este
tipo de experiencias cotidianas, hacen sentir un algo más interno que llevan a
la búsqueda de diferentes formas de alcanzar experiencias místicas o de
iluminación. La conciencia se abre y puede servir de inspiración o motivación
para la búsqueda personal del desarrollo espiritual.
Es la
búsqueda de la iluminación por ejemplo; que se comprenda la realidad de que las
cosas son como son y las emociones que provocan son las que hay que saber
darles su tiempo y la magnitud que merecen, sin que sean el motor de un
comportamiento continuado.
Se
Puede haber tenido una realización o iluminación con ese tipo de circunstancias
sí, pero otras partes de su comprensión siguen oscuras, para ello hace falta
voluntad, paciencia, disciplina y duro trabajo, como antes dije.
Practicar la sabiduría en los conflictos cotidianos y saber gestionarlos,
muchas veces es más difícil que retirarse a una cueva a meditar fuera del
mundanal ruido.
En el
camino espiritual hay muchos momentos y circunstancias para la auto-decepción,
porque somos seres inseguros e inflados de “egos” a la vez. Por eso hacerse las preguntas adecuadas y vivir con
ellas es muy conveniente.
El
autoconocimiento es imprescindible, y para ello se requiere mucha humildad y la
voluntad de pedir la opinión de quienes te rodean. Eso es lo que te ayuda a
mantenerte centrado en el propósito, porque si no, hay muchos riesgos de
perderse en el camino. Para hacer ese camino con el menor riesgo de error debes
buscar un maestro o terapeuta con experiencia. Piensa por un momento que al
igual que un cirujano para abrir tu cuerpo necesita estudio y práctica, un
maestro-terapeuta espiritual, va abrir tu “alma”.
En
este arduo camino del conocimiento personal, para el desarrollo espiritual y
con él alcanzar la iluminación, hay muchas trampas. Trampas que debemos conocer
si realmente estamos dispuestos a seguir ese camino.
Las
Diferentes Trampas
Leemos
libros y escuchamos a maestros/as que nos transmiten conceptos como el desapego,
la compasión, la humildad etc. Por un momento nos engañamos pensando que hemos
alcanzado una comprensión de esas cosas, pero más adelante observamos en
nuestra experiencia cotidiana que no, que no están integradas en nosotros, que nos
cuesta. Puede que te desmotives en ese momento, pero piensa que el primer paso
que tienes que aprender es a “aceptar” y “aceptarte”, a partir de ahí, seguir
avanzando.
Otra
“trampa” es que durante las diferentes prácticas de diferentes técnicas, puedes
llegar a experimentar estados alterados de conciencia de gran gozo, intensidad
y felicidad profunda. Pues bien no te obsesiones con volver a alcanzar esos
estados porque son impredecibles. Ábrete a ellos pero no los persigas demasiado
porque podría ser causa de decepción y desmotivación, especialmente porque
cuanto más los persigues más te rehúyen.
Incluso
puede parecerte que has alcanzado la realización (comprensión profunda) del
sentido de la vida y cosas así. Puede que hasta te creas que has alcanzado la
iluminación o el despertar. No te entusiasmes demasiado y sigue practicando.
Lo
que verdaderamente importa es como aplicas todo eso que vas aprendiendo, a tu
vida cotidiana y a tus relaciones con las demás personas.
Otra de las
trampas y para mí la más grave es que al integrar la espiritualidad a nuestras
vidas puede hacernos caer en el papel de salvadores o pequeños maestros mesiánicos
o bien creer estar en poder de la “piedra filosofal”. Si te encuentras
convirtiéndote y creyéndote un “iluminado/a”,
sintiendo que eres diferente a los demás y que estás destinado a la maestría
espiritual, ¡cuidado! quizás estás
sufriendo una terrible vanidad y una atroz grandiosidad. Nada estás
aprendiendo.
Existe una gran
diferencia entre crear cuidadosamente un camino espiritual que incluya
prácticas sencillas y genuinas, de una gran variedad de enseñanzas y ser una
abeja que va de flor en flor, buscando no se sabe qué.
No todo lo que
brilla es oro. Escoger un maestro es escoger un camino. Hay una disparidad de
maestros y dentro de ellos diferentes técnicas de aprendizaje, así como de sus
diferentes comportamientos.
Aquellos que
minimizan el duro trabajo que acompaña al verdadero camino espiritual o todo lo
contrario que lo eleva hasta la ciega adherencia al gurú, maestro o sanador,
están faltando e incluso traicionando el auténtico mensaje espiritual.
Para saber que
disciplina debes seguir en tu camino espiritual, debes comenzar por una
disciplina moral, que al principio es muy necesaria. La disciplina moral
consiste en unas normas básicas de comportamiento, lo que es lo mismo, saber
diferenciar el bien del mal y utilizar
el libre albedrio con responsabilidad.
Al principio
cuando la persona está perdida en un sinfín de dudas y emociones, no debe
quedar a merced de cualquier enseñanza fanática o extremista, por eso es
necesario tener consolidada esa disciplina moral.
Hay que tener
cuidado de quienes claman poderes especiales o de iluminación. Son quienes
llevan a la decepción y al equívoco de lo que realmente es el camino de la
espiritualidad.
La iluminación es un estado de
comprensión de las cosas más allá de su apariencia, un tipo de comprensión que
te transforma.
La
disciplina moral nos ayuda a mantener unos hábitos que previamente hemos
adoptado y, a través de ellos, desarrollar la conciencia. Conciencia que sabrá
discernir el bien del mal, propio y ajeno, la entrega con responsabilidad, la
humildad sin vasallaje y el respeto hacia el otro.
Piensa
que también a tu maestro, o maestra le suelen ocurrir cosas. Si tu guía cae en
depresión o enferma, o se separa de su pareja, te desilusiona. Te dices:
"¡Pero si es un guía espiritual!" ¿Y qué? También es un ser humano en
el proceso de conocimiento y desarrollo.
Hay
que vivir con esa paradoja. Quédate con lo que te transmite, con lo que
aprendes y creces a su lado. Lo demás forma parte de su propio proceso de
crecimiento espiritual. Y quizás tú puedes usarlo también para el tuyo propio,
si lo miras con sabiduría y compasión.
Recuerda:
el camino espiritual es un trabajo de toda una vida; no sólo para ti, también
para tu maestro-guía.
Superioridad, juicio y sentencia, son las trampas más dañinas dentro del camino al desarrollo espiritual. Ahora bien hay otras muchas como, la ignorancia, el menosprecio, y la crítica a quien en ello se imbuye.
Como en todo, siempre hay
dos lados (trampas), en los que puedes caer: por exceso o por defecto.
Comienza tu camino con
humildad, y sin perderla, trabaja con regularidad y constancia, respetando los
caminos del otro. Nunca ningún camino hacia la espiritualidad debe alejarte de
los tuyos, de tu entorno y de tus obligaciones cotidianas.
El desarrollo espiritual
es la comprensión de tu momento en la existencia presente, la comunión de lo
que quieres y debes saber.
Quien
algo quiere algo le cuesta.
Nada
es gratuito en la existencia.
Valora
el esfuerzo propio y ajeno.
Ese
camino de aprendizaje requiere un algo mas ¿realmente quieres hacerlo?.