No Tengo Tiempo
Ya el filósofo
Epíteto en el siglo I d. C. decía “no nos afecta lo que nos sucede sino lo que
pensamos sobre lo que nos sucede”. Hoy escuche una entrevista a la que fuera
esposa durante veintiséis años, de Stephen Hawking, físico, astrofísico,
cosmólogo y divulgador científico. Una de las preguntas que le hicieron fue –como
su marido sabiendo que podía morir en cualquier momento, había sido capaz de
conseguir lo que había conseguido y llegar donde había llegado-, ella
con toda la tranquilidad del mundo ha dado una respuesta sencilla y a su vez
increíble (al menos para mi, que día a día intento transmitir, el como no solo
controlar los pensamientos, sino como aceptar la vida y querer vivir), la
respuesta fue la siguiente, -nunca pensó en lo que podía suceder, él
se limita a vivir el día a día con el entusiasmo de su trabajo, aún teniendo que modificar las formas de
ejercerlo-.
Que grandeza de persona. Esta es la actitud que
todos deberíamos tener en la vida, puesto que es una actitud.
Hagamos una reflexión sobre que es la actitud
ante la vida.
La actitud es el estado de ánimo con que se
expresa una persona de cierta manera ante la vida.
Las personas buscan la
coherencia en su vida y que en base a conseguirla es que varían sus actitudes y
pensamientos. Si nos limitamos a estar preocupados y lamentándonos, perdemos la
tranquilidad, y si además nos enrocamos en quejas continuas, seremos
vulnerables emocionalmente.
Hay actitudes positivas y negativas. Las positivas son aquellas que colaboran con el individuo para conseguir enfrentar la realidad de una forma sana y efectiva, mientras que las negativas son las que entorpecen esta relación del individuo consigo mismo y con su entorno.
Los mismos acontecimientos a las personas les afectan de manera diferente, hay quien se suele decir a si mismo -estoy mal, debería hacer esto o aquello para no sentirme así- ¿qué puedo hacer para estar mejor?. Cuando los pensamientos comienzan a presionar en la toma de decisiones, es cuando la actitud se balancea entre la positividad y la negatividad. Lo idóneo en ese momento no es precisamente “hacer”, sino todo lo contrario, “no hacer nada”, solo calmarse, que los pensamientos pasen y no presionar para la toma de decisiones. Lo ideal es estar sereno y en ese estado prevalece la actitud positiva, provocando incluso la sensación de que lo importante es estar vivo.
Una actitud positiva es decir mentalmente “no
tengo tiempo”. La vida es efímera para someterla a pensamientos negativos o
actitudes que realmente nos dañan y coartan las diferentes posibilidades que la
vida nos presenta.
La sensación de negatividad ante cualquier
circunstancia que se tenga, tanto de origen como circunstancial, si cambiamos nuestra
manera de pensar se nos abre un mundo de posibilidades, nos quitamos presión a
nosotros mismos, fijándonos en lo positivo que tenemos, lo que podemos hacer, y
no en las dificultades que imaginamos se nos pueden plantear, hay que hacer las
cosas sin presión, “entonces es cuando empezamos a disfrutar”.
Cierto es que para conseguir esa actitud
positiva, debemos tener un diálogo interno realista, porque sabiendo de la
vulnerabilidad de los seres humanos a nivel emocional y que generalmente vemos
terrible, cosas que ciertamente no lo
son, cada vez que nosotros, a nosotros mismos con nuestro diálogo interno nos
decimos, que lo que nos está sucediendo es terrible, nos estamos provocando una
emoción negativa.
Por el
contrario, si nuestro dialogo interno es sereno y sabiendo que cualquier apego,
comparación o intento de imitar las
habilidades de otros, solo hacen que retrasarnos en nuestro desarrollo y
evolución personal, adquiriremos el conocimiento y con él la actitud positiva
con la que conduciremos nuestra existencia en la vida.
No
podemos ser hábiles en todo, e incluso en casi nada, pero eso no quita que si
tenemos ese dialogo interno, podamos descubrir la grandeza que cada quien lleva
consigo, adquirir la actitud positiva, para desarrollar cualquier cosa que
queramos y sepamos que podemos hacer. Siempre podemos hacer cosas valiosas por
nosotros mismos y por y para los demás, haciendo de ello una vida vibrante. Aunque “no tengo tiempo” “no hay
que correr, hay que escoger bien lo que quiero o no quiero hacer”.
Si
conseguimos calmarnos a partir de un diálogo interno realista y si conseguimos
renunciar tanto a lo material como a lo psicológico, veremos que empezaremos a
disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Disfrutaremos sólo observando,
transformando las exigencias en preferencias. Destapando la capa que cubre esa
felicidad que todos buscan fuera y que se lleva dentro, desde el mismo momento
que aparecemos en esta existencia de vida.
“Cada cosa que hagas, préstale atención, haz de cada una de
ellas un tesoro”.
Hay que intentar hacer las cosas con cariño e ilusión.
“Sólo necesitamos estar vivos para estar bien”,
haciendo este tipo de reflexión los budistas dicen que calmamos “el mono loco”
que hay en nuestra cabeza. Conociendo además de la vulnerabilidad del Ser, hay
que hacer cada día un pequeño hueco, para la comunicación y el dialogo interno.
Una ayuda para ello es acostumbrar nuestra
mente. Les voy a dar un ejercicio muy muy sencillo que puede servirles para ese
dialogo interno.
No importa el lugar donde se encuentre, solo que
pueda mantener los ojos cerrados durante un espacio de tiempo corto. Mejor
sentados y en una posición relajada. Más adelante su mente sabrá hacerlo de
cualquier manera y en cualquier lugar. Mi consejo es practicarlo al menos tres
veces al día, hasta asumirlo como parte de nuestro hacer cotidiano.
Sentado de forma
relajada con los pies en el suelo y sin tensar ningún musculo del cuerpo,
cierra los ojos suavemente.
Concentra toda tu
atención en la respiración abdominal
a su vez
Visualiza un reloj
conforme va avanzando la
manija grande,
ve contando del uno al sesenta, de forma
acompasada,
un minuto.
Ya
Abre los ojos
siente la calma que ese
corto espacio de tiempo de contemplación
ha generado en ti.
Si algún pensamiento te
ha asaltado debes apártalo con la solo visualización de las manijas del reloj o
el número que corresponda de los sesenta que debes contar.
Ahora continua con lo
que estabas haciendo.
Recuerda solo un minuto 60 segundos. Puedes
hacerlo en cualquier circunstancia que veas o creas que te está alterando.
Igualmente antes de ir a descansar o cuando te sientas estresado en un ambiente
o situación.
Máxima para una
meditación
“No Tengo Tiempo que
perder en esta efímera existencia con actitudes negativas”, que me hacen perder
además de Tiempo, la Esencia de mi propio Ser.