viernes, 22 de mayo de 2015

EL CAMINO DEL DESARROLLO ESPIRITUAL



El Camino del Desarrollo Espiritual

Antes de comenzar cualquier cosa y sobre todo caminar hacia algo, debemos conocer que es lo que buscamos. Para ello si queremos adentrarnos en un camino espiritual, tendremos que conocer lo que significa la espiritualidad. Por tanto definamos que es.

La espiritualidad se entiende a partir de la oposición entre la materia (cuerpo) y el espíritu (alma).
Por tanto podemos relacionar la espiritualidad con la  búsqueda del sentido de la vida que trasciende lo mundano.

En concreto, se considera que ese camino es una manera de adquirir nuevos valores y de mejorar a nivel personal en aspectos tales como el silencio, el ser más reflexivo, el  aprender a vivir con lo que tenemos. La sociabilidad o la necesidad de escuchar y de ayudar al prójimo, sabiendo que no podemos vivir solo pensando en las necesidades físicas y materiales.

Empezamos el camino espiritual “aspirando” hacia una transformación instantánea de toda situación por la que estamos pasando en la vida. Ahora bien la mayor parte de las personas olvidan o más bien desconocen, que entre el principio y el final de ese camino, están un sinfín de pasos intermedios o trabajos a realizar.
Ese proceso continuo de auto-examinación que es el “Camino Espiritual” seduce sobremanera a algunas personas, así como a otras las decepciona cuando no logran esa paz interior o sabiduría, después de leer libros o realizar un taller de fin de semana, para el despertar espiritual  o desarrollo personal.
Tanto el despertar espiritual como el desarrollo personal, requiere “Paciencia”, “Duro Trabajo” y “Disciplina”.
Es una tentación andar de sitio en sitio, de escuela en escuela, de grupo en grupo, buscando experiencias fuertes y ¡si son gratuitas mejor!, sin establecer un compromiso de auto-investigación y práctica profunda en una disciplina concreta, con la intención de hacer.
Querer hacer y liberarse del sufrimiento, es lo que da  la motivación en la búsqueda de la iluminación. No solo hacer sino “querer” hacer, conlleva disciplina y trabajo continuo.
La espiritualidad del siglo XXI es acusada a menudo de vender respuestas superficiales y brillantes a complejidades y momentos dolorosos de la vida. Cuando se te dice que el pensamiento positivo siempre te protege de todo peligro, del sufrimiento o de los fracasos, están ofreciéndote promesas superficiales. Así como un sinfín de talleres gratuitos de meditaciones ofreciéndote con ellas un bienestar y conocimiento, igualmente promesas superficiales. De todo esto viene y con razón las acusaciones que se profieren a modo de insulto.

También usarlo como hobby o como un entretenimiento placentero o intelectual, con escasa implicación personal, no es fácil que se dé la transformación personal profunda y mucho menos el desarrollo espiritual.

Te equivocas, si no hay una base profunda de querer adquirir conocimiento, la sola búsqueda superficial de nuevas experiencias, no te acerca más al camino espiritual sino que te aleja de él.

Lo que normalmente conduce a la gente al camino espiritual, suele ser una tragedia personal, la muerte de un ser querido, una pérdida importante o cualquier cosa que resulte tan dolorosa que acaba traspasando la barrera del dolor y conectando con algo más profundo.

Este tipo de experiencias cotidianas, hacen sentir un algo más interno que llevan a la búsqueda de diferentes formas de alcanzar experiencias místicas o de iluminación. La conciencia se abre y puede servir de inspiración o motivación para la búsqueda personal del desarrollo espiritual.

Es la búsqueda de la iluminación por ejemplo; que se comprenda la realidad de que las cosas son como son y las emociones que provocan son las que hay que saber darles su tiempo y la magnitud que merecen, sin que sean el motor de un comportamiento continuado.
Se Puede haber tenido una realización o iluminación con ese tipo de circunstancias sí, pero otras partes de su comprensión siguen oscuras, para ello hace falta voluntad, paciencia, disciplina y duro trabajo, como antes dije.

Practicar la sabiduría en los conflictos cotidianos y saber gestionarlos, muchas veces es más difícil que retirarse a una cueva a meditar fuera del mundanal ruido.

En el camino espiritual hay muchos momentos y circunstancias para la auto-decepción, porque somos seres inseguros e inflados de “egos” a la vez. Por eso  hacerse las preguntas adecuadas y vivir con ellas es muy conveniente.
El autoconocimiento es imprescindible, y para ello se requiere mucha humildad y la voluntad de pedir la opinión de quienes te rodean. Eso es lo que te ayuda a mantenerte centrado en el propósito, porque si no, hay muchos riesgos de perderse en el camino. Para hacer ese camino con el menor riesgo de error debes buscar un maestro o terapeuta con experiencia. Piensa por un momento que al igual que un cirujano para abrir tu cuerpo necesita estudio y práctica, un maestro-terapeuta espiritual, va abrir tu “alma”.

En este arduo camino del conocimiento personal, para el desarrollo espiritual y con él alcanzar la iluminación, hay muchas trampas. Trampas que debemos conocer si realmente estamos dispuestos a seguir ese camino.

Las Diferentes Trampas

Leemos libros y escuchamos a maestros/as que nos transmiten conceptos como el desapego, la compasión, la humildad etc. Por un momento nos engañamos pensando que hemos alcanzado una comprensión de esas cosas, pero más adelante observamos en nuestra experiencia cotidiana que no, que no están integradas en nosotros, que nos cuesta. Puede que te desmotives en ese momento, pero piensa que el primer paso que tienes que aprender es a “aceptar” y “aceptarte”, a partir de ahí, seguir avanzando.

Otra “trampa” es que durante las diferentes prácticas de diferentes técnicas, puedes llegar a experimentar estados alterados de conciencia de gran gozo, intensidad y felicidad profunda. Pues bien no te obsesiones con volver a alcanzar esos estados porque son impredecibles. Ábrete a ellos pero no los persigas demasiado porque podría ser causa de decepción y desmotivación, especialmente porque cuanto más los persigues más te rehúyen.
Incluso puede parecerte que has alcanzado la realización (comprensión profunda) del sentido de la vida y cosas así. Puede que hasta te creas que has alcanzado la iluminación o el despertar. No te entusiasmes demasiado y sigue practicando.
Lo que verdaderamente importa es como aplicas todo eso que vas aprendiendo, a tu vida cotidiana y a tus relaciones con las demás personas.

Otra de las trampas y para mí la más grave es que al integrar la espiritualidad a nuestras vidas puede hacernos caer en el papel de salvadores o pequeños maestros mesiánicos o bien creer estar en poder de la “piedra filosofal”. Si te encuentras convirtiéndote y creyéndote  un “iluminado/a”, sintiendo que eres diferente a los demás y que estás destinado a la maestría espiritual,  ¡cuidado! quizás estás sufriendo una terrible vanidad y una atroz grandiosidad. Nada estás aprendiendo.

Existe una gran diferencia entre crear cuidadosamente un camino espiritual que incluya prácticas sencillas y genuinas, de una gran variedad de enseñanzas y ser una abeja que va de flor en flor, buscando no se sabe qué.
No todo lo que brilla es oro. Escoger un maestro es escoger un camino. Hay una disparidad de maestros y dentro de ellos diferentes técnicas de aprendizaje, así como de sus diferentes comportamientos.

Aquellos que minimizan el duro trabajo que acompaña al verdadero camino espiritual o todo lo contrario que lo eleva hasta la ciega adherencia al gurú, maestro o sanador, están faltando e incluso traicionando el auténtico mensaje espiritual.

Para saber que disciplina debes seguir en tu camino espiritual, debes comenzar por una disciplina moral, que al principio es muy necesaria. La disciplina moral consiste en unas normas básicas de comportamiento, lo que es lo mismo, saber diferenciar el bien del mal y  utilizar el libre albedrio con responsabilidad.
Al principio cuando la persona está perdida en un sinfín de dudas y emociones, no debe quedar a merced de cualquier enseñanza fanática o extremista, por eso es necesario tener consolidada esa disciplina moral.

Hay que tener cuidado de quienes claman poderes especiales o de iluminación. Son quienes llevan a la decepción y al equívoco de lo que realmente es el camino de la espiritualidad.

La iluminación es un estado de comprensión de las cosas más allá de su apariencia, un tipo de comprensión que te transforma.

La disciplina moral nos ayuda a mantener unos hábitos que previamente hemos adoptado y, a través de ellos, desarrollar la conciencia. Conciencia que sabrá discernir el bien del mal, propio y ajeno, la entrega con responsabilidad, la humildad sin vasallaje y el respeto hacia el otro.

Piensa que también a tu maestro, o maestra le suelen ocurrir cosas. Si tu guía cae en depresión o enferma, o se separa de su pareja, te desilusiona. Te dices: "¡Pero si es un guía espiritual!" ¿Y qué? También es un ser humano en el proceso de conocimiento y desarrollo.
Hay que vivir con esa paradoja. Quédate con lo que te transmite, con lo que aprendes y creces a su lado. Lo demás forma parte de su propio proceso de crecimiento espiritual. Y quizás tú puedes usarlo también para el tuyo propio, si lo miras con sabiduría y compasión.

Recuerda: el camino espiritual es un trabajo de toda una vida; no sólo para ti, también para tu maestro-guía.

Superioridad, juicio y sentencia, son las trampas más dañinas dentro del camino al desarrollo espiritual. Ahora bien hay otras muchas como, la ignorancia, el menosprecio, y la crítica a quien en ello se imbuye.

Como en todo, siempre hay dos lados (trampas), en los que puedes caer: por exceso o por defecto.

Comienza tu camino con humildad, y sin perderla, trabaja con regularidad y constancia, respetando los caminos del otro. Nunca ningún camino hacia la espiritualidad debe alejarte de los tuyos, de tu entorno y de tus obligaciones cotidianas.

El desarrollo espiritual es la comprensión de tu momento en la existencia presente, la comunión de lo que quieres y debes saber.

Quien algo quiere algo le cuesta.
Nada es gratuito en la existencia.
Valora el esfuerzo propio y ajeno.
Ese camino de aprendizaje requiere un algo mas ¿realmente quieres hacerlo?.